Cuando alrededor de los cinco meses y medio mi niña pasó de dormir unas cinco horas seguidas, entre toma y toma, a tener despertares nocturnos cada hora y media, me eché a las redes para encontrar una explicación a tremendo despropósito. Una vez la encontré, me di cuenta que lo que en realidad lo que quería era una solución, y lo peor, que las únicas soluciones que se presentaban como tal, pasaban por dejar llorar a mi niña, acabar llorando yo, y atacar al padre. Descartado. Y ahí empecé mi periplo que es el de tantas otras…
Inocente vuelves a preguntar a la enfermera…. estuviste en desacuerdo con ella sobre todos los temas de crianza hasta el momento, pero vuelves a caer y preguntas (como atenuante a tu favor diremos que hace una semana que no duermes más de dos horas seguidas). Te vas para casa con tu niñita. En el marcador: 0 a 6. Cero soluciones, seis opiniones de que la culpa es tuya porque la has malacostumbrado (antes lo consultaste a tu madre, las vecinas, la suegra, y a un psicólogo duermeniños que visita on-line). Vuelves a Internet: que la dejes llorar a intervalos cronometrados. Descartado.
¡Papá, duérmela tú! Y el papá se prepara a conciencia; recopilatorio de música clásica para bebés, luz tenue en la habitación, mentalización a tope… y justo a los tres minutos de oír berrear a tu bebé -¿qué pretende este individuo, que me duerma sin mi teta?- En ese preciso instante, concretamente en el minuto tres, te levantas del sofá mochila portabebés en mano y entras a la habitación a hacer aquello que tienes que hacer.
Tu marido te ve entrar y enmudece ante tu férrea determinación, tu hija al verte dibuja una media sonrisa en su cara empañada todavía por las lágrimas. Sabes entonces que tres minutos fueron más que una eternidad. La tomas en brazos y ella se acomoda en tu regazo buscando afanosa tu pecho.
Recuerdas entonces como deseas criar a tu hija, que un día decidiste desoír todas las voces excepto la suya y la de tu propio instinto, que se acompasan siempre en el abrazo. Y de pronto te sientes menos cansada, quizá esas otras voces disonantes fueron lo que más pesaban.
PD: cuando escribí este post mi hija mayor tenía unos seis meses, cabe decir con año y medio ya dormía toda la noche seguida sin apenas interrupciones, aunque seguía tomando pecho. Con tres años que tiene ahora, es muy autónoma a la hora de dormir: un cuento, un beso de buenas noches y ella solita ojea cuentos y canturrea hasta que se duerme.
¡Ánimo, todo pasa!